lunes, 3 de enero de 2011

Encantados

Ayer jugamos a los encantados
jugamos a que los momentos eran eternos
jugamos a que la palabra siempre existia
a que un día duraba una eternidad.
Nos quedamos congelados, inmóviles.
seguimos jugando hasta el amanecer sin entender.
Parecia que cada reloj en la casa se había detenido,
tu presencia seguia rondando por los pacillos
como si  te fueras a quedar con nosotros
como si ayer nunca hubiera pasado
como si nunca te hubieras ido
encantada!
te quedaste inmóvil
sigues jugando?
estás aquí, verdad? dime que no te vas a ir.
Nos quedamos congelados.
Esta mañana seguimos jugando a que la muerte no existe
a que estamos encantados
a que todo se transforma
a la eternidad de los minutos, de las horas
seguimos prolongando la partida.
Es como si una máquina ruidosa se detuviera de repente
y se hiciera un silencio incómodo que interrumpe el juego.
Y nosotros queremos seguir jugando a siempre, a los días con tu risa,
a tus pasos recorriendo la casa de relojes detenidos, de eternidad absoluta.
Encantados!
seguimos encantados de que tu presencia siempre permanece cerca,
de que la eternidad no existe y la vida se transforma.

1 comentario:

Unknown dijo...

Hoy pienso que la vida es movimiento. ¿Qué sucede cuándo todo permanece sin cambio?
El movimiento es cambio.
Lo eterno es donde no hay cambio.

¿La eternidad es muerte?
¿Por qué queremos siempre prolongar el instante, detener el tiempo?

¿Y si la eternidad fuera menos que la temporalidad?

Si la eternidad fuera como dice Schelling: no más que un terreno estéril, impotente, carente de vida que, para poder cobrar realidad, debe pasar por la existencia temporal.

Todo se detiene a los ojos de aquel que se detiene.

Está padre, te abre la cabeza... te da en qué pensar.
Saludos.